El escritor José Manuel Caballero Bonald, Premio Cervantes 2012

           El ministro de Cultura, José Ignacio Wert, ha dado a conocer el fallo del Premio Cervantes 2012, otorgado a José Manuel Caballero Bonald.
El premio, dotado con 125.000 euros, está considerado el más importante de cuantos se conceden en los países de habla hispana.
Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, Cádiz. 1926) es Licenciado en Filosofía y Letras, poeta, novelista y ensayista.
Su primera obra, Las adivinaciones, data de 1952 y se incluye dentro de la generación poética del 50. Su poesía escrita hasta 1969 se incluyó en un tomo titulado Vivir para contarlo. Como poeta ha obtenido numerosos premios, entre ellos el Boscán, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el de la Crítica. Es autor también de Descrédito del héroe, Diario de Argónida, Somos el tiempo que nos queda o Manual de infractores.
Su entrada en la narrativa fue más tardía. Su primer trabajo, Dos días de septiembre, consiguió el premio Biblioteca Breve. Siguieron novelas como Ágata ojo de gato (que también fue Premio de la Crítica), Toda la noche oyeron pasar pájaros, En la casa del padre y Campo de Agramante.
El Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes es el máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos cuya obra haya contribuido a enriquecer de forma notable el patrimonio literario en lengua española.
A este galardón puede ser propuesto cualquier escritor cuya obra literaria esté escrita, totalmente o en su parte esencial, en esta lengua. Pueden presentar candidatos las Academias de la Lengua Española; los autores premiados en anteriores convocatorias; las instituciones que, por su naturaleza, fines o contenidos, estén vinculadas a la literatura en lengua castellana, y los miembros del jurado.
En la convocatoria de 2008 la composición del jurado sigue un nuevo modelo que supone una mayor proporción de miembros designados por entidades de carácter electivo:
Los dos últimos galardonados con el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes
Un miembro de la Real Academia Española
Un miembro de una de las Academias Iberoamericanas de la lengua española
Cuatro personalidades del mundo académico, universitario y literario, de reconocido prestigio, propuestos, respectivamente, por:
La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas
La Unión de Universidades de América Latina
El Director del Instituto Cervantes
El Ministro de Cultura
Dos miembros elegidos entre representantes de suplementos culturales de diarios, propuestos, respectivamente, por:
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España
La Sociedad Interamericana de Prensa
Uno a propuesta de la Asociación Internacional de Hispanistas, de nacionalidad no española ni iberoamericana.
Desde su creación el Premio se falla a finales de año y se entrega el 23 de abril -día del fallecimiento de Miguel de Cervantes - en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, cuna del escritor, por SS. MM. los Reyes de España.

El escritor Antonio Gómez Yebra presenta su nuevo libro en Málaga

     El escritor extremeño Antonio Gómez Yebra presentará su último poemario Niño mío el jueves 29 de noviembre a las 20.00 horas en el Salón de Actos de Unicaja (Acera de la Marina, 3).

Día de Acción de Gracias

  El Día de Acción de Gracias (Thanksgiving Day) es una celebración tradicional de Estados Unidos que tiene lugar el cuarto jueves de noviembre. Por lo general, la familia y los amigos se reúnen a compartir una gran cena y, en muchos hogares, se ofrece una oración de gratitud. El plato tradicional es un pavo asado, con acompañantes como salsa de arándanos, patatas asadas y pastel de calabaza.
     Sus orígenes se remontan al siglo XVII. La historia cuenta que el primer Día de Acción de Gracias se celebró durante tres días en la colonia de Plymouth – hoy parte del estado de Massachusetts – en el año 1621. Los colonos habían llegado el año anterior y no tenían suficiente alimento, y ya era tarde para sembrar cosechas. La mitad de la colonia pereció durante el invierno de 1620-1621. En la primavera, los indígenas de la zona enseñaron a los colonos a sembrar maíz y otros cultivos, y les ayudaron a cazar y pescar. En el otoño de 1621 los colonos tuvieron excelentes cosechas y en agradecimiento, invitaron a los indígenas a compartir un banquete. El festejo de esta cosecha se convirtió en una actividad habitual que se realizaba en diversas fechas. En el año 1863 el presidente Abraham Lincoln proclamó el último jueves de noviembre como día festivo nacional para la celebración.
     A causa de las malas noticias que escuchamos a diario o del descrédito al que estamos sujetos  continuamente, olvidamos la suerte que tenemos de estar vivos, de poder tener a personas que nos quieren junto a nosotros, de contar con muchas posibilidades para formarnos y construir nuestro futuro. Por todo esto es importante pararnos a pensar y dar las gracias.
    Os invitamos a visitar el blog del escritor Antonio Muñoz Molina y a leer el artículo que escribe sobre este importante día para los estadounidenses.

http://antoniomuñozmolina.es/2012/11/tantos-dones/

  También a escuchar y a leer el poema del argentino Jorge Luis Borges, Otro poema de los dones.

http://www.youtube.com/watch?v=0lIYNomoOec




Otro poema de los dones

Gracias quiero dar al divino
Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas
Que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar
Con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros
Como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer,
Que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa
Que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura
Arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron
De una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó
Mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg,
Que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales
Que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos
Y un epitafio de los vikings,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
Por el nombre de un libro que no he leído:
Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por las rayas del tigre,
Por las altas torres de San Francisco y la isla de Manhattan,
Por las mañanas en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre,
Que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida en los jazmines
O en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos
Por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y por la muerte,
Esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.

Jorge Luis Borges
De El otro, el mismo (1964)

25 de noviembre, Día contra la Violencia hacia las Mujeres

     Con motivo del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, el alumnado de 1º y 2º de ESO C participará en la lectura de textos (poemas, relatos y manifiestos) y baile de "hip hop" relativos al tema. 
     La actividad tendrá lugar el lunes 26 de noviembre en el Gimnasio. 
     Organizan el Departamento de Biblioteca y el Departamento de Educación Física.


LIBRE TE QUIERO

Libre te quiero 
como arroyo que brinca 
de peña en peña, 
pero no mía. 

Grande te quiero 
como monte 
preñado de primavera, 
pero no mía. 

Buena te quiero 
como pan que no sabe 
su masa buena, 
pero no mía. 

Alta te quiero 
como chopo que al cielo 
se despereza, 
pero no mía. 

Blanca te quiero 
como flor de azahares 
sobre la tierra, 
pero no mía. 

Pero no mía 
ni de Dios ni de nadie 
ni tuya siquiera.

                                                                        Agustín García Calvo

Las luces largas


Leyenda urbana

Una noche Julie salió muy tarde de la biblioteca de la universidad, tras muchas horas de estudio. Cruzó el aparcamiento hasta llegar a su coche, sacó la llave, abrió y dejó el montón de libros que cargaba en el asiento derecho. Al contarlos se dio cuenta de que se había olvidado uno en la biblioteca, en el mostrador de préstamos, así que cerró de golpe la puerta del coche y volvió a la carrera. 
      Al cabo de un minuto regresó con el libro extraviado en la mano. Se sentó en el asiento del conductor y dejó caer el volumen encima del montón antes de poner el motor en marcha y salir a la calle. Tenía un buen trayecto por delante. 
     Pasado un rato se detuvo en un semáforo en rojo. A su lado paró una camioneta de reparto, pero apenas se fijó en ella. Tamborileando sobre el volante, esperaba a que se pusiera en verde. De repente, el conductor de la camioneta hizo sonar el claxon y Julie dio un respingo, sobresaltada. Miró a su alrededor, pero en el cruce sólo había dos vehículos, así que se imaginó que debía de haberle pitado a ella por algún motivo. Trató de ver quién conducía, pero las ventanillas de la camioneta eran mucho más altas y no alcanzaba a distinguir nada.   
     «¿Por qué me habrá pitado? Si no he hecho nada», murmuró Julie, molesta por haberse asustado de aquella forma. 
     El semáforo se puso en verde y la chica siguió su camino. Se metió en la carretera y ya casi se había olvidado de la camioneta cuando, de repente, el coche quedó inundado por un chorro de luz procedente de la parte posterior. 
     Miró por el retrovisor entrecerrando los ojos y apenas logró distinguir la misma camioneta que le había pitado en el cruce. La tenía justo detrás con las luces largas encendidas, de manera que a Julie le costaba seguir mirando por el espejo. Luego las apagó y, ya con las cortas, siguió conduciendo detrás del coche. 
     «¡Gracias a Dios! Con esa luz casi me deja ciega», se dijo Julie, que ya empezaba a ponerse nerviosa por culpa de aquel extraño conductor que llevaba detrás. Era muy tarde y no había nadie más por la carretera. 
     De improviso volvió a encender las luces largas y a apagarlas. 
   «Ya está bien, voy a dejar atrás a ese tío», decidió la chica, y apretó con fuerza el acelerador, pero cuando volvió a mirar por el retrovisor se dio cuenta de que la camioneta le pisaba los talones. Frunció los labios, clavó los ojos en el asfalto y aceleró aún más. 
     Otra ráfaga de luz blanca procedente de la camioneta. El conductor encendió las largas y una vez más las apagó. 
     En aquel momento Julie ya estaba claramente asustada. Echó un vistazo al espejo y le quedó claro que la camioneta la seguía y de cerca, pero sabía que ya faltaba poco para llegar a casa: su única esperanza era dejarlo atrás. Salió de la carretera y llegó a su calle. Ya veía su casa al final de la manzana. Otra ráfaga le dejó claro que la camioneta seguía su pista, pero no miró hacia atrás. 
     Con un chirrido de las ruedas, Julie se metió en el camino de acceso a la casa. Bajó del coche de un salto y echó a correr hacia la puerta, casi antes de que el vehículo se hubiera detenido del todo. El ruido de un frenazo le indicó que la camioneta se había detenido junto a la acera. Presa ya del terror, llegó tambaleándose hasta el porche y se puso a aporrear la puerta sumida en un pánico absoluto. 
     - ¡Mamá! ¡Papá! ¡Socorro!  
     Cuando ya se encendían las luces de la casa, se volvió para enfrentarse al que estaba convencida de que iba a ser su agresor. En efecto, el conductor de la camioneta de reparto había bajado, pero, antes de dar tiempo a la chica a gritar otra vez, se abalanzó sobre la puerta trasera del coche, la abrió de golpe y se lanzó sobre el asiento. Julie se quedó atónita al ver que sacaba a un hombre. 
     Entonces se abrió la puerta de su casa y sus asustados padres salieron al porche para ser testigos junto a ella de cómo el conductor de la camioneta luchaba cuerpo a cuerpo con el extraño que había salido del asiento de atrás del coche. Tras un largo forcejeo, el primero logró dejar inconsciente al otro. 
     Más tarde contó a la policía que, cuando se habían detenido en el cruce, había visto a aquel hombre escondido en el asiento trasero del coche de Julie, con un cuchillo de caza enorme en la mano. Había tratado de avisarla haciendo sonar el claxon, pero la chica no lo había entendido, así que había decidido seguirla con la esperanza de que se presentara la oportunidad de ayudarla. Cada vez que el asesino en potencia se había incorporado, cuchillo en ristre y dispuesto a atacar, el otro lo había asustado para que volviera a esconderse poniendo las luces largas.


                                    AAVV: Gritos y escalofríos. Cuentos clásicos de misterio y terror.

El miedo, de Ramón María del Valle-Inclán



Ese largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte, el verdadero escalofrío del miedo, sólo lo he sentido una vez. Fue hace muchos años, en aquel hermoso tiempo de los mayorazgos, cuando se hacía información de nobleza para ser militar. Yo acababa de obtener los cordones de Caballero Cadete. Hubiera preferido entrar en la Guardia de la Real Persona; pero mi madre se oponía, y siguiendo la tradición familiar, fui granadero en el regimiento del Rey. No recuerdo con certeza los años que hace, pero entonces apenas me apuntaba el bozo y hoy ando cerca de ser un viejo caduco. Antes de entrar en el Regimiento mi madre quiso echarme su bendición. La pobre señora vivía retirada en el fondo de una aldea, donde estaba nuestro pazo solariego, y allá fui sumiso y obediente. La misma tarde que llegué mandó en busca del Prior de Brandeso para que viniese a confesarme en la capilla del pazo. Mis hermanas María Isabel y María Fernanda, que eran unas niñas, bajaron a coger rosas al jardín, y mi madre llenó con ellas los floreros del altar. Después me llamó en voz baja para darme su devocionario y decirme que hiciese examen de conciencia:
     - Vete a la tribuna, hijo mío. Allí estarás mejor... 
    La tribuna señorial estaba al lado del Evangelio y comunicaba con la biblioteca. La capilla era húmeda, tenebrosa, resonante. Sobre el retablo campeaba el escudo concedido por ejecutorias de los Reyes Católicos al señor de Bradomín, Pedro Aguilar de Tor, llamado el Chivo y también el Viejo. Aquel caballero estaba enterrado a la derecha del altar. El sepulcro tenía la estatua orante de un guerrero. La lámpara del presbiterio alumbraba día y noche ante el retablo, labrado como joyel de reyes. Los áureos racimos de la vid evangélica parecían ofrecerse cargados de fruto. El Santo tutelar era aquel piadoso Rey Mago que ofreció mirra al Niño Dios. Su túnica de seda bordada de oro brillaba con el resplandor devoto de un milagro oriental. La luz de la lámpara, entre las cadenas de plata, tenía tímido aleteo de pájaro prisionero como si se afanase por volar hacia el Santo. 
    Mi madre quiso que fuesen sus manos las que dejasen aquella tarde a los pies del Rey Mago los floreros cargados de rosas como ofrenda de su alma devota. Después, acompañada de mis hermanas, se arrodilló ante el altar. Yo, desde la tribuna, solamente oía el murmullo de su voz, que guiaba moribunda las avemarías; pero cuando a las niñas les tocaba responder, oía todas las palabras rituales de la oración. La tarde agonizaba, y los rezos resonaban en la silenciosa oscuridad de la capilla, hondos, tristes y angustiosos, como un eco de la Pasión. Yo me adormecía en la tribuna. Las niñas fueron a sentarse en las gradas del altar. Sus vestidos eran albos como el lino de los paños litúrgicos. Ya sólo distinguía una sombra que rezaba bajo la lámpara del presbiterio. Era mi madre, que sostenía entre sus manos un libro abierto y leía con la cabeza inclinada. De tarde en tarde, el viento mecía la cortina de un alto ventanal. Yo entonces veía en el cielo, ya oscura, la faz de la luna, pálida y sobrenatural como una diosa que tiene su altar en los bosques y en los lagos... 
    Mi madre cerró el libro dando un suspiro, y de nuevo llamó a las niñas. Vi pasar sus sombras blancas a través del presbiterio y columbré que se arrodillaban a los lados de mi madre. La luz de la lámpara temblaba con un débil resplandor sobre las manos que volvían a sostener abierto el libro. En el silencio la voz leía piadosa y lenta. Las niñas escuchaban, y adiviné sus cabelleras sueltas sobre la albura del ropaje y cayendo a los lados del rostro iguales, tristes, nazarenas. Habíame adormecido, y de pronto me sobresaltaron los gritos de mis hermanas. Miré y las vi en medio del presbiterio abrazadas a mi madre. Gritaban despavoridas. Mi madre las asió de la mano y huyeron las tres. Bajé presuroso. Iba a seguirlas y quedé sobrecogido de terror. En el sepulcro del guerrero se entrechocaban los huesos del esqueleto. Los cabellos se erizaron en mi frente. La capilla había quedado en el mayor silencio, y oíase distintamente el hueco y medroso rodar de la calavera sobre su almohada de piedra. Tuve miedo como no lo he tenido jamás, pero no quise que mi madre y mis hermanas me creyesen cobarde, y permanecí inmóvil en medio del presbiterio, con los ojos fijos en la puerta entreabierta. La luz de la lámpara oscilaba. En lo alto mecíase la cortina de un ventanal, y las nubes pasaban sobre la luna, y las estrellas se encendían y se apagaban como nuestras vidas. De pronto, allá lejos, resonó festivo ladrar de perros y música de cascabeles. Una voz grave y eclesiástica llamaba: - ¡Aquí, Carabel! ¡Aquí, Capitán ... ! Era el Prior de Brandeso que llegaba para confesarme. Después oí la voz de mi madre trémula y asustada, y percibí distintamente la carrera retozona de los perros. La voz grave y eclesiástica se elevaba lentamente, como un canto gregoriano: - Ahora veremos qué ha sido ello... Cosa del otro mundo no lo es, seguramente... 
     ¡Aquí, Carabel! ¡Aquí, Capitán ... ! 
     Y el Prior de Brandeso, precedido de sus lebreles, apareció en la puerta de la capilla: 
     - ¿Qué sucede, señor Granadero del Rey? Yo repuse con voz ahogada:
     - ¡Señor Prior, he oído temblar el esqueleto dentro del sepulcro ... ! 
    El Prior atravesó lentamente la capilla. Era un hombre arrogante y erguido. En sus años juveniles también había sido Granadero del Rey. Llegó hasta mí, sin recoger el vuelo de sus hábitos blancos, y afirmándome una mano en el hombro y mirándome la faz descolorida, pronunció gravemente: 
    - ¡Que nunca pueda decir el Prior de Brandeso que ha visto temblar a un Granadero del Rey ... ! 
    No levantó la mano de mi hombro, y permanecimos inmóviles, contemplándonos sin hablar. En aquel silencio oímos rodar la calavera del guerrero. La mano del Prior no tembló. A nuestro lado los perros enderezaban las orejas con el cuello espeluznado. De nuevo oímos rodar la calavera sobre su almohada de piedra. El Prior me sacudió:
    - ¡Señor Granadero del Rey, hay que saber si son trasgos o brujas ... ! 
   Y se acercó al sepulcro y asió las dos anillas de bronce empotradas en una de las losas, aquella que tenía el epitafio. Me acerqué temblando. El Prior me miró sin despegar los labios. Yo puse mi mano sobre la suya en una anilla y tiré. Lentamente alzamos la piedra. El hueco, negro y frío, quedó ante nosotros. Yo vi que la árida y amarillenta calavera aún se movía. El Prior alargó un brazo dentro del sepulcro para cogerla. Después, sin una palabra y sin un gesto, me la entregó. La recibí temblando. Yo estaba en medio del presbiterio y la luz de la lámpara caía sobre mis manos. Al fijar los ojos las sacudí con horror. Tenía entre ellas un nido de culebras que se desanillaban silbando, mientras la calavera rodaba con hueco y liviano son todas las gradas del presbiterio. El Prior me miró con sus ojos de guerrero que fulguraban bajo la capucha como bajo la visera de un casco: 
    - Señor Granadero del Rey, no hay absolución... ¡Yo no absuelvo a los cobardes! 
    Y con rudo empaque salió sin recoger el vuelo de sus blancos hábitos talares. Las palabras del Prior de Brandeso resonaron mucho tiempo en mis oídos. Resuenan aún. ¡Tal vez por ellas he sabido más tarde sonreír a la muerte como a una mujer!

Ramón María del Valle-Inclán, Jardín umbrío, 1903

El escritor Juan Eslava Galán, en Málaga


     El escritor jiennense Juan Eslava Galán presentará el próximo martes 20 de noviembre en el Museo del Patrimonio Municipal, en Paseo de Reding, el libro Ciudades de la Bética.

     El acto, organizado por el Instituto Municipal de Libro, será a las 20 h.
     
     Ciudades de la Bética adopta un tono decididamente ilustrativo y pedagógico. Con este fin toma nota del mejor maestro posible en estas lides, Platón, al proponer una estructura en forma de diálogo. El libro presenta a dos protagonistas bien definidos, ambos amantes de la arqueología: Bonoso y su huésped escocés Angus. Los dos se proponen visitar las antiguas ciudades de la región romana que bebió de las fuentes del Guadalquivir en busca de historia, arte, costumbres, cultura, gastronomía, mitología y otros muchos sellos de la civilización cuyos orígenes Virgilio trazó en la Eneida.

III Concurso Internacional de Microrrelatos

          Con la intención de conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el ProyectoDeSgenerad@s convoca su III Concurso Internacional de Microrrelatos.
         
          Este evento se enmarca dentro de los objetivos generales que persigue el Proyecto al resaltar la importancia de aplicar la perspectiva de género a la creación literaria.
         
          El plazo de admisión de trabajos termina el 25 de noviembre de 2012.
 
          Más información en
http://tallerdecuentosdesgenerados.blogspot.com.es/p/concurso_7.html

 


Concurso "Chansons sans frontières"

        La Asociación FUSACA de la región francesa de Normandía, ha convocado la 7ª edición del concurso “Canciones sin Fronteras” destinado a participantes de todas las edades, profesionales o no, para escribir el texto de una canción en francés.
      
       El tema propuesto es “¿Dónde están tus palabras?” y debe centrarse en la libertad de expresión, los derechos humanos interculturales y los problemas ambientales, donde las artes del lenguaje son la apertura y la fraternidad fundamental.
 
       El plazo termina el 3 de febrero de 2013. 
 
       Más información en www.chansons-sans-frontieres.fr.

III Concurso "Andalucía se mueve con Europa"

          La Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo, a través de la Dirección General de Fondos Europeos y Planificación, y la Consejería de Educación, a través de la Dirección General de Innovación Educativa y Formación del Profesorado, convocan el III Concurso "Andalucía se mueve con Europa", dirigido al alumnado de Primero y Segundo de E.S.O. de los centros educativos de Andalucía que imparten estos cursos.
          Con este concurso se pretende que tanto el público al que va dirigido, niñas y niños de 12 a 14 años, como todo su entorno, hagan un recorrido por la Europa de los 27 de una manera entretenida e instructiva, lo que permite tener una visión más amplia de cómo la ayuda de la Unión Europea contribuye a un mayor desarrollo y bienestar de Andalucía.
          Más información en