El Gobierno quiere aumentar el tiempo que se dedica a la lectura
en los centros educativos. Así lo manifestó Fernando Benzo, secretario
de Estado de Cultura, hace apenas dos semanas, durante la presentación
del informe «La lectura en España». En dicho estudio aparece un dato
revelador, y triste: un 35% de los españoles nunca lee un libro.
Se trata de un mal ejemplo para los niños, que deben adquirir en casa
el hábito lector que, después, será reforzado en los colegios e
institutos.
En España, la Educación está transferida a las comunidades
autónomas, lo que dibuja un escenario complejo en materia lectora. Ante
la ausencia de un canon escolar de lecturas obligatorias (el
departamento de Lengua y Literatura de cada centro decide las obras que
deben leer los alumnos), son muchos los profesores que defienden la
conveniencia de introducir, cada vez más, libros de literatura infantil y juvenil
(LIJ) en los currículos, en detrimento de los clásicos. Es la mejor vía
para fomentar la curiosidad de los jóvenes, alejándose de la
imposición, que conduce al rechazo.
Pedro Cerrillo,
catedrático de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad
de Castilla la Mancha (UCLM), asegura que «no hay un único canon». «Lo
que hace falta es tener un corpus de buena lectura, que tenga calidad y
que no produzca rechazo en los lectores a los que va dirigido. Llevo
muchos años reclamando un canon escolar de lectura.
Defiendo que debe haber un mínimo, que debe ser igual para todos, y que
es algo que existe en otros países», argumenta. De hecho, en su último
libro, El lector literario
(Fondo de Cultura Económica, 2016), Cerrillo eleva una propuesta a la
comunidad educativa, de España y Latinoamérica. Se trata de una lista,
«que puede ser variable, y que sean los profesores y departamentos
quienes elijan». 25 libros para Infantil (de Donde viven los
monstruos, de Maurice Sendak, a Ternura, de Gabriela Mistral), 50 para Primaria (de Matilda, de Roald Dahl, a La cabeza del dragón, de Valle-Inclán), 25 para Secundaria (de David Copperfield, de Dickens, a Harry Potter y la piedra filosofal, de J. K. Rowling) y 25 para Bachillerato (de La ciudad de las bestias, de Isabel Allende, a Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza).
Sin
embargo, ese carácter «imperativo», ¿no iría en contra del fin mismo de
la lectura, es decir, que los chicos disfruten con lo que leen? El
escritor Jordi Sierra i Fabra
se muestra tajante: «Si a un chico de quince años no le obligas a leer,
no lee. Es como cuando estás enfermo y te ponen una inyección de
penicilina. Te ha hecho daño, pero te ha curado.
Otro de los principales objetivos de este plan de lectura será la creación de «una generación
antipiratería», según subrayan fuentes del departamento. La precisión
viene apenas dos días después del debate «Mujeres de Letras» que se celebró en ABC el pasado miércoles, y en el que Julia Navarro, Carme Riera y Núria Cabutí exigieron que se aborde con urgencia la vuelta de la lectura a las escuelas, entre otras medidas.
Las
citadas fuentes ministeriales subrayan algunos puntos de lo que será su
medida estrella para el sector: «Lo principal debe ser una campaña en
los colegios e institutos, con la colaboración de las distintas
comunidades autónomas y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado,
para la organización en las aulas de charlas con los alumnos sobre la “generación antipiratería”».
Fuentes:
http://www.abc.es/cultura/libros/abci-busca-canon-literario-para-potenciar-pasion-lectura-201701240101_noticia.html
http://www.abc.es/cultura/libros/abci-generacion-antipirateria-objetivo-plan-lectura-201701210120_noticia.html