30 de enero, Día de la Paz


    El Día de la Paz se celebra el 30 de enero de cada año, pues se conmemora el asesinato del líder nacional y espiritual de la India, el Mahatma Gandhi, en 1948.

    Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 en India. Se convirtió en uno de los más respetados líderes espirituales y políticos del siglo XX. Gandhi ayudó a la liberación del pueblo hindú a través de la resistencia pacífica y es honrado por su pueblo como el Padre de la Nación India. Los indios llamaron a Gandhi Mahatma, que significa Alma Grande.

    En 1915 Gandhi retornó a la India y se convirtió en el líder del movimiento de liberación nacional indio. Más de una vez Gandhi recurrió al ayuno para impresionar al pueblo sobre la necesidad de ser no-violento.

    India alcanzó la independencia en 1947. Gandhi había abogado por una India unida, donde los hindúes y los musulmanes pudieran vivir en paz. Debido a los graves enfrentamientos entre ambos grupos, el 13 de enero de 1948, a la edad de 78 años, comenzó un ayuno con el propósito de detener el derramamiento de sangre. Tras 5 días, los líderes de ambas facciones se comprometieron a detener la lucha y Gandhi abandonó el ayuno. Doce días más tarde fue asesinado por un fanático hindú que se oponía a su programa de tolerancia hacia todos los credos y religiones.

 

Primero cogieron a los comunistas, 
y yo no dije nada porque no era comunista.
Luego se llevaron a los judíos, 
y yo no dije nada porque no era judío.
Luego, vinieron a buscar a los obreros; 
no dije nada, porque no era obrero ni sindicalista.
Más tarde se metieron con los católicos, 
y no dije nada porque yo era protestante.
Cuando, finalmente, vinieron a por mí, 
ya no quedaba nadie para protestar.

                                                                  Martin Niemülle

El escritor Jordi Sierra i Fabra, Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil 2013

      El escritor Jordi Sierra i Fabra ha sido galardonado con el Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil 2013 por su novela Parco, que narra la vida de un adolescente en un centro tutelar de menores. Es una obra de madurez creativa, con una técnica depurada e innovadora, donde se hace patente su personal estilo a base de frases cortas, ritmo ágil y brevedad. La novela se publicará en abril y está dirigida a lectores de quince años en adelante.
     
     Jordi Sierra i Fabra ha sido galardonado, entre otros, con el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2007 por su obra Kafka y la muñeca viajera, Premio Edebé Juvenil 2006 por Llamando a las puertas del cielo
    
     El Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil se convoca anualmente con la intención de estimular la creación de obras en castellano dirigidas a lectores entre los ocho y los catorce años de edad. Desde 2004, cuando se convocó por primera vez, se premia la originalidad, la calidad literaria y la estética, con el fin de divulgar obras que aviven la afición a la lectura entre los más jóvenes, ayudando a su crecimiento interior y al desarrollo de la imaginación y de la creatividad.


     Os dejamos que disfrutéis de un cuento del premiado escritor, que, según sus propias palabras, "está inspirado en los niños y niñas de la Institución Educativa Ambientalista de Cartagena de Indias (Colombia), que reciclan todo lo que hallan y crean nuevos mundos llenos de vida, color e imaginación". 

EL SACO DE CEMENTO

    El saco de cemento estaba en mitad de una montaña de sacos de cemento, lleno de polvo por fuera y, claro está, de cemento por dentro. Había llegado a la fábrica en buen estado, recién salido de la imprenta que los confeccionaba, pero allí, de inmediato, lo habían llenado, cerrado y apilado a la espera de ser enviado a la obra que lo comprara.
    El pobre saco de cemento estaba triste.
    Su vida iba a ser corta y, por desgracia, tan discreta como sucia.
    Todos los sacos de cemento estaban como él, sin ganas de hablar, aplastados unos con otros, imaginando que, una vez los vaciaran, acabarían en un basurero, y luego... quemados, destruidos, hechos trizas...
    Aquella fue una larga noche.
    Por la mañana unos hombres empezaron a cargarlos. Idas y venidas desde la montaña hasta unos camiones donde otros hombres los colocaban debidamente. El saco de cemento viajó en el hombro de un joven negro y en el camión lo recogió otro hombre de aspecto indígena que lo puso casi en la parte de arriba de una pila, y mirando hacia afuera. Así que, por lo menos, cuando el camión arrancó, el saco pudo ver un poco el mundo, las calles, las casas, las gentes...
    Aquello era fascinante.
    Pero el trayecto, de dos horas de duración, se le antojó muy corto.
    Cuando llegaron a su destino, los sacos fueron bajados del camión por otros hombres, y esta vez a él le tocó quedarse en la parte inferior de la pila, con un montón de sacos encima. La obra en la cual el cemento que contenían iba a convertirse en parte de su estructura era muy grande. Una hermosa construcción.
    El saco de cemento pensó que, a lo mejor, tardaban uno o dos días en utilizarlo.
    Se equivocó.
    Aquella misma tarde la pila disminuyó muy rápido y antes de la hora en que se daba por concluida la jornada laboral fue vaciado hasta que en su interior no quedó nada salvo el polvo del cemento. Tras ello, el saco, arrugado, fue a parar a un lado.
    Aquella noche, en el basurero, a la espera de saber su destino, miró el mundo por última vez.
    Y al amanecer...
    La niña era pequeña, unos ocho o nueve años. Pequeña y muy guapa, manos de seda, sonrisa de colores, piel negra y brillante, ojos grandes.
    Se detuvo frente a él y los demás sacos, cogió un puñado, los alisó y se los llevó con ella cantando.
    El saco de cemento no entendía nada.
    Llegó a un lugar lleno de niños y niñas, y allí fue depositado junto a otros restos en apariencia inservibles: cajas, latas, plásticos, hueveras, cintas... Un sinfín de cosas que, para la mayoría, no eran más que eso: basura. Sin embargo los niños y las niñas se pasaron el día trabajando con ellos, formando adornos con unas cosas y vestidos con otras.
    Vestidos.
    El saco de cemento fue alisado, planchado, unido a otros cuatro sacos y convertido en un precioso vestido que, luego, la niña que le había rescatado pintó de colores. A él le tocó ser la parte delantera, la más hermosa.
    Cuando comprendió la verdad casi lloró.
    No lo hizo para no estropear aquel trabajo.
    Dos días después hubo una gran fiesta en la escuela. Les visitó nada menos que la Primera Dama de la nación, y un escritor español, y uno del país, y muchas más personas. Y la niña bailó y cantó, con su vestido hecho de sacos de cemento pintados, y sus adornos en la cabeza. Nadie hubiera dicho que aquello eran desperdicios. Nadie.
    El saco de cemento vive hoy en un armario, feliz, sabiendo que una vez fue lo que fue, un saco de cemento lleno de polvo, pero que en el presente y en el futuro, será siempre un vestido de colores gracias a la imaginación de un puñado de niños y niñas.
    La imaginación.
    Como la energía, nada debería crearse o destruirse, sólo transformarse.


Fuente: http://www.sierraifabra.com/ant/secciones/Lee_gratis/

Festival de Teatro de Málaga

        Durante un mes la capital malagueña se convierte en el escenario más grande de España. Un programa con 38 funciones de 19 representaciones en el que podemos encontrar espectáculos con el recorrido y la acogida de público y crítica de De ratones y de hombres, Orquesta de señoritas o Siglo de Oro, siglo de ahora, y actores de la talla de Nuria Espert, José Luis Gómez, Juan Diego o Ángel Pavlovsky.

      Este año además de poder disfrutar de la danza y el arte de Sara Baras en su espectáculo “La Pepa”, durante el festival podremos asistir al estreno de siete obras: La venganza de don Mendo, Casting, a la caza de Bernarda Alba, Gusanos de maguey, Camille, ¿Cuchara o tenedor?, La nota de Blake y Hotel.

        Podemos disfrutar de esta edición hasta el 10 de febrero.

        Más información:       
          http://teatrocervantes.com/es/seccion/informacion?ciclo=15

Sergio Vila-Sanjuán, Premio Nadal 2013

     El periodista Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) ha ganado el Premio Nadal de Novela 2013 por su obra Estaba en el aire, una historia sobre un programa de radio de los años 60. La novela galardonada, con numerosos personajes, trata el despertar de la sociedad española de consumo durante los años sesenta, de la mano del programa radiofónico Rinomicine le busca, que existió en realidad y que, patrocinado por esa marca farmacéutica, intentaba encontrar a gente desaparecida. A ese espacio acude un inmigrante con el objetivo de hallar a su familia y a ese friso se añadirá un gran empresario con conexiones políticas.
     La solvencia literaria de Vila-Sanjuán ya estaba contrastada por la propia Destino, que hace tres años publicó el debut en la narrativa del periodista cultural, Una heredera de Barcelona, retrato de la alta sociedad barcelonesa en los tumultuosos años 20 a partir de la vida de una mujer.