Dueña de su destino
Ella se sentía dolida, todas sus palabras a ella le dañaban, y todos sus gestos le horrorizaban.
Todas las mañanas no le veía, no estaban y casados y vivían en un apartamento, cada tarde era una nueva discusión, y las noches llenas de insultos, empujones y arañazos. ¿Qué haría ella?… Embarazada y sola, separada de su familia y sin poder volver a contactarla; quien la mirase, vería a sus ojos gritar y de ellos caían lágrimas frágiles como cristal, en su blanca piel se podían apreciar dolorosas cicatrices y arañazos que parecían no tener fin.
Siempre sentada en la ventana estaba llorando, encerrada y castigada por el propio hombre al que amaba. Ya intentó huir más de una vez, pero la encontraba; aunque, esa noche algo fuera de lo normal ocurrió, alguien empezó a llamar fuerte a la puerta, ella fue y él la empujo para abrir, entró un policía y preguntó: ¿Es usted Johnny Bardem? El asintió, el policía lo cogió de las manos por detrás y lo metió en el coche, y el hombre le dijo a ella:
-¡Señorita, tiene un sobrinito valiente...!
Antes muerta y ahora viva, aguantó hasta el final y nunca miró atrás...
Alba García Palomares