Después de estos meses de vacaciones volvemos a nuestra tarea.
Cada año el comienzo de curso es el principio de una aventura, nos (re)encontramos con nuestros compañeros, quienes, como nosotros, se han embarcado en un nuevo viaje, el del aprendizaje, que emprenderemos con mucha ilusión y ganas.
Os dejamos un texto de Roberto Cotroneo, periodista y escritor italiano, en el que nos da una visión muy interesante sobre las aventuras de Jim Hawkins, el protagonista de La isla del tesoro, que tendrá que enfrentarse a las dificultades que van saliendo a su paso.
Cada año el comienzo de curso es el principio de una aventura, nos (re)encontramos con nuestros compañeros, quienes, como nosotros, se han embarcado en un nuevo viaje, el del aprendizaje, que emprenderemos con mucha ilusión y ganas.
Os dejamos un texto de Roberto Cotroneo, periodista y escritor italiano, en el que nos da una visión muy interesante sobre las aventuras de Jim Hawkins, el protagonista de La isla del tesoro, que tendrá que enfrentarse a las dificultades que van saliendo a su paso.
“La isla del tesoro es un libro para niños porque enseña cómo es de fina y ambigua la raya que separa el bien del mal; y hasta qué punto la aventura es un camino doloroso pero que no podemos dejar de vivir.
[…]
Es un libro de viaje que resultará ser muy diferente de como se había presentado. Es el final de la ingenuidad: es un libro para niños, es cierto, niños que después de haberlo leído, si lo han hecho bien, tendrán que crecer. Aunque no será suficiente con una lectura.
[…]
Es un libro importante porque te enseña que la aventura no es nada más que un ritual de traspaso, que las aventuras de la vida no sirven para descubrir nada nuevo, que no pertenecen al mundo de la fantasía, al sueño, sino que sirven para hacerse grandes, cueste lo que cueste. A Jim le cuesta muy caro: conocerá la violencia, la crueldad, la traición; se las tendrá que ver con su propia indecisión, con los sentimientos de culpa. Y, finalmente, lo más importante de todo, vivirá la falsedad, la ambigüedad. Sabrá que todo cuelga de un hilo, pero, algo que muchos prefieren no decir, nadie mueve este hilo, es un hilo casual.”
Roberto Cotroneo, Si una mañana de verano un niño, 1995.