El poeta sueco Tomas Tranströmer, Premio Nobel de Literatura 2011

Considerado como uno de los autores suecos que más ha influido en la literatura universal, el poeta y traductor alternó desde muy joven su trabajo de psicólogo con la escritura poética, que comenzó a plasmar en 1954 en su libro 17 poemas.
Aclamado por la crítica desde este primer poemario, la producción de Tranströmer fue creciendo sin prisa ni pausa. Hoy en día, sus poemas editados en títulos como Secretos en el camino, Tañidos y huellas, Ver en la oscuridad, Para vivos y muertos, La góndola fúnebre y El gran enigma pueden leerse en más de 50 idiomas.
Poema "Soledad"
SOLEDAD
I
Aquí estuve a punto de morir una noche de febrero.
El coche patinó en el hielo y se me fue de costado hacia
el otro lado de la carretera. Los coches que venían
—sus faros— se acercaron.
Mi nombre, mis hijas, mi trabajo
se liberaron y quedaron atrás en silencio,
cada vez más lejos. Yo era anónimo
como un chico en el patio de la escuela, rodeado de enemigos.
El tráfico contrario tenía luces potentes.
Me enfocaban mientras yo le daba y le daba al volante
en un miedo transparente que flotaba como clara de huevo.
Crecieron los segundos —allí había espacio—
se hicieron grandes como hospitales.
Uno podía casi detenerse
y respirar un instante
antes de estrellarse.
Entonces surgió un apoyo: me ayudó un compasivo grano de arena
o un maravilloso golpe de viento. El coche se enderezó
y reptó rápido hacia el otro lado de la carretera.
Apareció un poste de pronto y se quebró —un sonido seco—
desapareció volando en la oscuridad.
Hasta que se hizo la calma. El cinturón me mantuvo en el asiento
y vi venir a alguien por entre la ventisca de nieve
para ver lo que me había pasado.

II
He andado largo tiempo
por los helados campos de Östergötland
Jamás he visto un alma.
En otras partes del mundo
hay quienes nacen, viven, mueren
en permanente aglomeración.
El estar siempre visible —vivir
en un enjambre de ojos—
tiene que dar al rostro una expresión singular.
Rostro cubierto de arcilla.
El tumulto sube y baja
mientras se reparten entre sí
el cielo, las sombras, los granos de arena.
Yo necesito estar solo
diez minutos por la mañana
y diez minutos por la noche.
—Sin programa.
Todos hacen cola ante todos.
Muchos.
Uno.
Tomas Tranströmer,  Poesía Nórdica,  Madrid, Ediciones de la Torre, 1999